Mañana cuando volvamos…
Habíamos llegado paseando
hasta el mar, en silencio,
tiernamente cogidos de la mano.
Tu cara era violeta
como el mar y el cielo,
a nuestras espaldas el sol,
había muerto;
frente a nosotros la luna
estaba naciendo,
los peces riendo
y las estrellas saliendo.
Un grupo de niños juegan
en silencio…
la paz era cada vez mayor,
como la noche.
Todo era quietud y esperanza,
yo no me atrevía a besarte
por no desencantar el instante.
Mañana, cuando volvamos,
quizás te abrace
pero hoy…¡vámonos, que ya es tarde!